TALAVERA HOMENAJEA A SU POETA RAFAEL MORALES EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

La ciudad que le vio nacer, Talavera de la Reina, ha escuchado este veraniego 31 de Julio los ecos de las voces que han reconocido la labor poética y creativa de Rafael Morales Casas. Precisamente un 31 de Julio, el día que vino al mundo el gran poeta español nacido en 1919, y que falleció en 2005. Los poetas más representativos de la Ciudad de la Cerámica se unían en el escenario del centro cultural que lleva su nombre, para homenajearle en el centenario de su nacimiento.

La nómina de nombres era extensa: Alfredo Alonso, Angel Ballesteros Gallardo, Arantxa Oteo, César Pacheco, Pepe Pulido, Pedro Tenorio, Miguel Argalla, Oscar Alonso, Antonio del Camino, Vicente Magaña y Antonio San Miguel. Otro peta de la música Javier Ahijado, interpretó musicados junto con Ana Orenga, otros poemas del insigne talaverano.

Talavera y su idiosincrasia siempre presente en la poesía de Morales, fue reflejada en la lectura de los participantes con obras como “Río”, y otras creaciones como “Suburbios”, “El toro”, “Los barrenderos”, “Cancioncilla de amor a mis zapatos” o “Plenitud del sonido”, entre otros poemas, fueron declamados con emoción en un acto en el que su amigo y poeta Joaquín Benito de Lucas, repasó su estrecha relación con el homenajeado. Su Talavera siempre presneta en la vida del poeta, tanto que su nieta Amaya Morales destacó que su abuelo siempre llevó a la ciudad donde nació muy dentro, hasta llegar a ser “poeta en su tierra”.

Un homenaje organizado por el Ayuntamiento de Talavera de la Reina con su Organismo Autónomo Local de Cultura y la colaboración de la Biblioteca Municipal José Hierro, que será ampliado según anunció el concejal Carlos Gil con la publicación de un libro sobre la obra de Rafael Morales y diversas conferencias en Talavera y la capital de España.

EL POETA

Rafael Morales comenzó a escribir versos cuando apenas contaba siete años de edad. Publicó los primeros en la revista Rumbosque que dirigía el escultor e imaginero Víctor González Gil. Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid y obtuvo una beca para estudiar dos años en Portugal durante la Segunda Guerra Mundial; allí se licenció en Literatura Portuguesa por la Universidad de Coimbra. Durante la Guerra Civil escribió en la revista El mono azul. Entregado a una intensa actividad cultural, dirigió además el Aula de Literatura del Ateneo de Madrid y la revista La Estafeta Literaria. En 1952 era asesor de la revista Poesía Española, editada por la Dirección General de Prensa. Fue además crítico literario en la revista Ateneo y en varios diarios españoles. También colaboró en la sección de filología y literatura de la Enciclopedia de la Cultura Española.

Morales obtuvo numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional de Literatura de 1954, el Gibraltar que otorgaba el semanario madrileño Juventud y el internacional de poesía Ciudad de Melilla de 1993 por su libro Entre tantos adioses. Murió en Madrid el 29 de junio de 2005. Existe un premio de poesía que lleva su nombre, convocado por el ayuntamiento de Talavera de la Reina.

LA POESÍA DE MORALES

Su poesía, divulgada en las páginas de la revista Escorial de Madrid cuando apenas contaba 22 años, empezó por cultivar la estrofa clásica y serenidad de concepto, dentro de lo que Dámaso Alonso llamó poesía arriesgada de la primera generación poética de la posguerra.

Influido por la obra de Miguel Hernández, en especial, por sus sonetos, destaca su primer libro Poemas del toro (1943), obra de tema táurico (que no taurino) que inauguró la colección de poesía Adonáis; el segundo es El corazón y la tierra (1946), que toma por temas principales el amor, el paisaje y el tiempo; pero con su libro Los desterrados de 1947 escribió el primer libro de poesía social y existencial de su época. Con esta obra pasa revista a todo tipo de marginados y desheredados por la sociedad y la desgracia. Siguieron Poesías completas (1949), Canción sobre el asfalto (1954), tal vez su obra más madura, donde aborda el tema de la ciudad y sus miserias y canta con delicada sensibilidad a las pequeñas cosas, a lo humilde y olvidado (una temática similar, coincidente en el tiempo, a la de las “Odas elementales” del chileno Pablo Neruda); La rueda y el viento (1971), Prado de serpientes (1982), cuyo título se inspira en una expresión al final de La Celestina (en el “planto” de Pleberio, padre de Melibea) en que se califica así al mundo, y Obra poética completa (1999). En alguna ocasión, Morales definió su ideal poético como una aspiración a cumplir lo que llamaba la “tríada divina” de la poesía del Siglo de Oro español: «Decir con la belleza de Góngora, pensar con la hondura de Quevedo, sentir con la sensibilidad de Lope».

Con el poeta inglés Charles David Ley tradujo la obra del poeta portugués Alberto de Serpa en la colección Adonáis. Escribió además Antología y pequeña historia de mis libros (1958) y algunas narraciones de temática taurina. Entre sus libros en prosa destaca la atención que dedicó a la literatura infantil y juvenil con obras como Dardo, el caballo del bosque o Narraciones de la vieja IndiaLeyendas del Río de la PlataLeyenda del CaribeLeyenda de los AndesLeyenda del Al-Andalus… En Granadeño, toro bravo intenta penetrar en el mundo psíquico del toro. En 1982 publicó Reflexiones sobre mi poesía. De sus trabajos finales sobresalen Entre tantos adioses (1993), por el que obtuvo el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla en 1992, y Poemas de la luz y la palabra (2003).