EL VINO “ALTOS DE LA FINCA” Y EL MAZAPÁN DEL ILUSTRE CHEF ADOLFO: EL MARIDAJE NAVIDEÑO PERFECTO CON SABOR A LA PROVINCIA DE TOLEDO

La bodega Finca Constancia y el chef toledano de Belvís de la Jara Adolfo, reúnen en la mesa de Navidad dos productos artesanos elaborados con pasión y cariño, y con el indiscutible sabor nacido en tierras de la provincia de Toledo. El recientemente premiado vino Altos de la Finca y el mazapán navideño que Adolfo ha creado para maridar con él.

Otero, (Toledo) 3 de diciembre de 2020.- Llega la Navidad y con ella la ocasión de atreverse con un maridaje poco habitual. Se trata del que une un vino tinto singular, como Altos de la Finca de Finca Constancia, con un delicioso y exquisito mazapán creado por el reconocido chef toledano Adolfo, y elaborado con el propio vino. Es la armonía perfecta que une el vino, uno de los grandes protagonistas de la Navidad, y el mazapán, el protagonista dulce de estas fecchas cuya historia está indisolublemente unida a la ciudad de Toledo y a la propia provincia.

Dos embajadores de Toledo que han diseñado este maridaje sorprendente que propone dar un paso más allá. Lo hacen con un encuentro de alta expresión basado en la fruta del vino, la uva, y el fruto seco del mazapán, la almendra. ¿Su resultado? Una explosión de sabor que embriaga y perdura en la memoria; una sucesión de perfumes golosos e intensos, con recuerdos sugerentes y aterciopelados que acaban con cremosidad y dulzura en el paladar. Sin duda, una unión que alegra el alma y activa los sentidos.

Es un encuentro gastronómico singular entre dos productos que comparten la misma filosofía en su elaboración, basada en la pasión desde su creación, y en el culto por la materia prima. Un entusiasmo que la enóloga Beatriz Paniagua y el chef Adolfo transmiten a Altos de la Finca y al mazapán que, unidos, ofrecen un postre original que no pasará inadvertido.

Disfrutar de este encuentro de sabores, servirá también para celebrar el último galardón de Altos de la Finca,  vino elaborado por la bodega Finca Constancia que ha sido premiado en su edición XXXI de 2020 como el mejor “Vino de calidad diferenciada” de la categoría “Vino Tinto de las añadas anteriores a 2018”, en los prestigiosos Premios Gran Selección, que a lo largo de más de tres décadas, han reconocido los mejores productos agroalimentarios elaborados en Castilla-La Mancha.

Disponible en la tienda online especializada Fernando Torres Vinos

Precio: 14,85 €.

FINCA CONSTANCIA Y LAS VIDES TOLEDANAS DE OTERO

Finca Constancia nace en la localidad toledana de Otero, a medio camino entre Talavera de la Reina y Toledo, con una idea vanguardista de concepto de bodega y viñedo integrado, similar al tradicional concepto bordelés de los Châteaux. El espíritu de Finca Constancia queda reflejado en la frase del fundador de González Byass, Manuel Mª González, que, en una carta del 6 de junio de 1836, afirmaba: “No encuentro negocio más bonito que los vinos y a él exclusivamente me quiero dedicar”.

Finca Constancia cuenta con 200 hectáreas de viñedo, divididas en 70 parcelas diferenciadas por las condiciones naturales del terreno. Cada parcela es única y se vinifica por separado, dando como resultado los vinos de Parcela de Finca Constancia, la apuesta más importante de la familia González del siglo XXI.

ADOLFO, AMOR A LA TIERRA

Hablar de Adolfo Muñoz es hablar de una pasión. La de la cocina de los sabores y la de hacer de la gastronomía un reto diario que le ha llevado a crear, alrededor de su vida, una constante evolución para crear espacios dedicados al confort en lo más amplio de la palabra; el confort que le da a las personas el buen comer, hacerlo en espacios únicos e irrepetibles, y hasta descansar el alma en su hotel boutique en el corazón de la eterna ciudad imperial. Adolfo es Jareño, esa tierra que nos une a los dos y donde nacimos. Él de Belvís y uno de Navalucillos, sabemos que esas arcillas, cantos rodaos y rudos olivos nos dan un aceite singular, fuerte y cornicabrano que ha dotado de carácter luchador a los que son de allí. Por eso su otra pasión es el aceite, el oro virgen de la vida que embellece y aliña constantemente a sus platos.

Lo que llaman “cocina de autor” dicen que es, poner tu personalidad en lo que haces o elaboras, me consta que Adolfo pone su pensamiento con tesón en todo lo que se le pone por delante, sea un guiso, una verdura o una perdiz, para convertirle en el gran maestre cocinero que es de la caza en España. Como lo hace encendiendo un proyecto de nuevo espacio para dar de comer, beber o dormir. De ahí que sus creaciones sean distintas.

Adolfo es de pueblo con mayúsculas, y ser de pueblo es regresar a tu destino siempre, volver al origen, por eso loq ue hacía de chico se lo llevó al huerto, el que cultiva de forma ecológica para que en su alacena no falte material natural para los platos que dispone. Platos, combinaciones, materia prima que selecciona de la región que tanto le debe, no hay un día en el que no dedique un gran piropo al queso manchego, al azafrán toledano, al ajo de la Pedroñeras, al vino de su tierra o a ese pellizquito al sabor de siglos que es el mazapán  de almendra con que deleita el postre de sus comensales.

La bendita aventura de Adolfo nos parece que comienza cada día, lo hizo al irse con los bártulos las cacerolas y sus avíos al cielo de la Diosa Cibeles, al Cigarral donde se reza antes de comer a Santa María, pasando por el país del Sol Naciente o a esas exquisitas y cuidadas estancias hoteleras que son palacios para el descanso del espíritu.

Por eso la aventura de Adolfo, de su mujer, de su familia y de su gente tiene que ver con el no parar quieto, el no arregostarse como dicen en la Jara a los que están abrazados a la pereza, y tener talandango, talento jareño para tirar palante, innovar y triunfar en lo suyo, ya que la gente de éxito no nace así, sino que se hace exitosa, y para tener él éxito de Adolfo se necesita prestar mucha atención y tener mucha acción, pero sobre todo, mucho amor a lo que realizas.

Y ese es uno de los valores del éxito de Adolfo. Amor a la Tierra y a sus productos buenos. Amor que condimenta cada elaboración para que guste y haga feliz no sólo al paladar. Amor para hacer vino como un Pago a la vid. Amor al buen gusto para decorar ambientes. Amor al implicarse emocionalmente en todo lo que ha emprendido y que volverá a hacer. Porque si no hay hay implicación emocional, no hay amor. Y lo mejor que puedes darle al prójimo, es amor. Y si es a través de una perdiz roja, con un poco de tomillo para las cuerdas vocales, mucho mejor.

Jesús Olmedo